IMPORTANTE

El primer capítulo es "El Diagnóstico", léanlo en orden (junio 2011 en adelante), será más fluido y entretenido para Uds. Que lo disfruten!!
Espero sus comentarios en cada entrada a este blog y trataré siempre de contestarles, apenas los lea lo haré, así que estén atentos... Cualquier consulta o lo que quieran decirme también pueden enviarme un mail a: doblepolaridad@gmail.com, síganme en Twitter: @DoblePolaridad, envía una solicitud de amistad a "Doble Polaridad" en Facebook (http://facebook.com/doblepolaridad), pongan "me gusta" a mi página en facebook: DoblePolaridad o síganme en Instagram @doblepolaridad.

sábado, 12 de mayo de 2012

Capítulo 23. "El Mañío" 1° Parte.... "La elección"



La idea de internarme surge un día domingo, un 22 de abril de 2012, ese día, por primera vez escuché a un Dr. o médico psiquiatra decirme que la única opción que quedaba para estabilizar mi cuadro era internarme (Siiiii, en una clínica psiquiátrica)... Claro, lo traté de ubicar todo el fin de semana y cuando lo logré estaba destruida, ya no le quedaba más opciones conmigo...

Ese fin de semana traté de ubicarlo como loca, no lograba que me contestara... le enviaba mails y nada y yo que me quería morir... Lo que más me tenía preocupada fue la cantidad de Ravotril que me tomé el día viernes de ese fin de semana, fueron 9mg los que me tomé en un día (no todas juntas, obvio) junto a otro tanto de pastillas para dormir para apagarme un rato. En todo caso, no se preocupen, como verán no me pasó nada, estaba tan descompensada que esas benzodiazepinas pasaban como pastillitas de menta por mi cuerpo. Hasta ese día viernes, ya llevaba una semana con síndrome de retiro de la venlafaxina, que les conté 2 relatos atrás. Pero ese día particularmente había sido del terror. Ese día tenía hora con mi ginecólogo de cabecera, el Dr. Ramiro Schering. Hace 2 años que no lo iba a ver así  que ya me estaba echando de menos mi doc., me tocaba un control completo (y los míos son bastante completos porque además sufro de ovarios poliquísticos). Como les explico, yo con mi síndrome de abstinencia por retiro de medicamentos que me tenía lloooooroooonaaa, imagínense, embarazada que salía de su consulta hacía que me saltaran lágrimas por mis ojos (como ya saben, producto de mis ganas locas de ser madre algún día). Fuera de eso, cuando me tocó entrar a la sesión, ésta fue bien amena. Obvio, tuve que partir por contarle mi super diagnóstico bipolar y mostrarle todos los medicamentos que tomaba. Lo bueno es que mi Dr. Schering conoce muy bien a mi Dr. Emmett y de echo él le tiene tanta fe que es EL psiquiatra que él recomienda a sus pacientes cuando lo requieren. Conversamos larga y amenamente durante la sesión. Me hizo mis exámenes de rigor y me mandó a hacer otros tantos de laboratorio para que el chequeo fuera realmente completo. Estos últimos me los realicé una vez fuera de mi "internación" (Que por lo demás aprovecho de contarles que estoy tiqui taca, como avión, no tengo ni SIDA, jajajajajajajaj!!!).

Ese fue mi paso aquel día por la consulta de Dr. Schering. Bueno, para que les sigo contando el resto del día, obviamente fue del terror... terminé ingiriendo mi total de 9 mg de Ravotril en un día ese día. Lo mismo ocurrió el día sábado y rematé el domingo, claro que a esas alturas mi mamá me había quitado los ravotriles así que no tomé 9 mg, solo 4mg al día. Fue ese domingo cuando pude comunicarme con Dr. Emmett. El pobre venía llegando de un fin de semana de conferencias en Uruguay, con razón no me contestaba, y yo hinchándolo toooooooodo el fin de semana llamándolo al celular. Lo bueno fue que cuando llegó me devolvió mis llamados, en ese momento no alcancé a contestarle pero luego le devolví el suyo. Le hable llorando, ya saben como, si, como siempre, como una Magdalena. Escuchándome como estaba y señalándole que ya no aguantaba más y que por favor hiciera algo por mi, ahí me dijo tajantemente, "la única solución internarte". De primera me asusté, pensé que le estaba poniendo color a lo que estaba sintiendo y a lo mejor no era para tanto pero la verdad estaba necesitando algo a la vena para que se me pasara esa odiosa sensación que estaba sintiendo. Como la decisión de internarme no estaba en mis manos, por el tema económico, le pasé el teléfono a mi padre para que hablara con él sobre mi caso. Las opciones de lugares para internarme eran diametralmente opuestas. Por un lado, el Hospital Clínico de una Universidad, de la cual él es el director (del hospital psiquiátrica, no de la universidad, por si acaso) o de frentón una clínica de aquellas que parecen hoteles 5 estrellas. Para Dr. Emmett la mejor opción era internarme en su hospital clínico para tenerme vigilada durante toda la mañana, pero él tenía claro que la hotelería ahí dejaba mucho que desear y conociéndome él a mi, sabía que no lo iba a resistir. 

Mi padre al día siguiente se reunió con mi hermano Máximo (él que me auspicia la terapia) para ver que hacían conmigo. Llegaron a la conclusión que si no había otra, había que hacerlo... internarme. Antes de eso, junto a Dr. Emmett esperamos unos días para ver si podíamos manejar la situación de manera ambulatoria. Fui a mi sesión el día miércoles y aparte de llorar no hice mucho más durante la sesión. Me dió 2 opciones, la primera, ir durante un tiempo, todos los días, 5 minutos a su consulta, entre medio de sus pacientes, para ver mi evolución de manera ambulatoria o, la segunda, sencillamente, internarme. Yo le pedí la fórmula más rápida que me quitara todo lo que estaba sintiendo. La opción más eficiente, obviamente, era que me internaran en una clínica psiquiátrica unos días.

Al día siguiente, el jueves, partimos junto a mi padre con el "tour del centro psiquiatrica"... Partimos por el Hospital psiquiatrico de la Universidad donde Dr. Emmett trabaja y del cual es director. Llegamos, lo ubicamos y me hizo un tour por el lugar (mi papá no pudo acompañarme pues tenía que entrar al sector de mujeres)... Siendo bien sincera, fue del terror... el lugar era antiguo, las camas de ese metal de camas antiguas de hospital y ese color en las paredes tan clásico de los hospitales públicos de este país, os que también son del terror. Convengamos que en nuestro país la salud es cara y es poco lo que se le destina a lo público, por lo que por esto último la salud no termina siendo de muy buena calidad como en otros países. Aclaro para que no me consideren clasista que yo soy de las que cree firmemente que el estado debe hacerse cargo de la salud, la cual además debe ser gratis, porque aquí el que no tiene plata, lamentablemente, se muere. Bueno sigamos. Pegado en las paredes de las habitaciones habían una especie de decoración infantil que lo hacía ver más bien como película de terror. Por otro lado, las piezas eran compartidas y solo había una para una sola persona. Pero que quieren que les diga, hasta esa, era bastante deprimente. Pero lo que más me chocó fue ver a una de las pacientes, recién salida de la ducha con su toalla puesta, desde otro extremo del lugar, llegando a su habitación ... el baño era compartido con todas las internas... Eso terminó de matar cualquier posibilidad de internarme ahí. Dr. Emmett trató de convencerme un poco de quedarme ahí (claro para lo que él necesitaba que me internara él estaría cerca al menos toda la mañana) pero igual tuve que decirle, diplomáticamente, que parecía mucho hospital público y eso me traumaba un poco bastante. Él obviamente entendió...

El "tour del centro psiquiatrica" siguió... Nuestra segunda parada fue la Clínica psiquiátrica "El Mañío", al otro extremo de la capital, camino a la punta del cerro. Se preguntarán por qué nombré así a este lugar... Bueno, resulta que este lugar en la vida real tiene nombre de árbol y el Mañío también lo es, y  si hacemos un juego de palabras esto calza perfecto con la palabra "maña": dícese según la RAE (Diccionario de la Real Academia Española): destrezas, habilidades, artificios o astucias, vicios o malas costumbres y como bien sabemos con lo que más nos encontramos en estos lugares son con mañas y toooooodoooossss los que entran ahí vienen con una o varias de ellas. (Director creativo del nombre: mi padre).

Llegamos a este lugar y de entradita se vió la abismal diferencia con el otro centro psiquiátrico. Entramos, nos atendieron muy amablemente, Andrea, la recepcionista. Se acordaba de mi perfectamente porque un par de días antes había hablado con ella por teléfono para preguntarle los precios del lugar (que por cierto casi caí desmayada cuando me los dió). Luego lo primero que ella hizo fue llamar a la enfermera, la que la llevaba en el lugar, la manda más, Elisa. Ella nos hizo un tour por todo el lugar. Nos mostró las habitaciones tipo hotel con baño en suite (nada de compartida la cosa acá, alivio) y una preciosa vista al jardín tipo bosque que tiene el lugar. Nos contó todas las actividades que se hacían ahí pues los pacientes deben mantenerse ocupados. Habían canchas de tenis y basquetball, de criquet, una piscina vacía (que luego supe que jamás llenarían por esto de tener a mujeres en bikini y entrar a revolucionar las hormonas de los hombres, jajajajajajaja), sala de entrenamiento con personal trainer, Manuel (muy entusiasta él), profesora de yoga y una terapeuta ocupacional, la Consuelo (quien les organiza durante el día actividades manuales o recreativas para que hagan algo los internos). Tenía un gran jardín que parecía más bien un mini bosque, había un sector con mesitas donde se reunían a fumar sus cigarros los internos. Adentro, tenía además una sala de TV con plasma, cable y aparataje para poner películas y hacer tardes de cine. Tenía una gran sala de estar para recibir a las visitas y un comedor bastante cómodo, limpio y ordenado. La verdad es que todo se veía de lujo (a primera vista, en las otras partes de este capítulo se irán riendo conmigo de determinadas cosas que sucedían ahí).

Finalmente, la decisión fue tomada. El Mañío sería el lugar que acogería mi "internación". El valor diario ahí era más caro que una noche en el Hyatt, con comida incluida, pero yo estaría poquitos días y mi familia podía hacerse cargo de ese gasto gracias a Dios.

Al día siguiente, el día viernes, fui al control de 5 minutos entre pacientes que Dr. Emmet había solicitado para ver como estaba. Fui con mi papá. Entré primero yo y quedamos que la "internación"  sería un hecho y que para él lo mejor sería que me internara al día siguiente, el sábado, para terminar rápido con todo esto. Nada de esperar al día lunes para ello como se había pensado en un comienzo. Hizo entrar a mi padre, conversaron y quedó todo listo para internarme al día siguiente. Me entregó la orden para la clínica (supongo que sabrán cual fue la elegida). Estaría ahí de sábado (muy temprano) a miércoles antes de las 12 (hora del check out). Yo solo tuve que llegar a casa, hacerme la idea de esta nueva experiencia a la que me sometería y a hacer mi maleta para mi "viaje" por 4 días a este submundo...

Los dejo hasta aquí con este capítulo. Ya se vienen las otras partes, pues es un capítulo extenso y no menor en mi vida, pero no los quiero aburrir para que esperen con ansias las "aventuras" que se vienen...

No hay comentarios:

Publicar un comentario