Esta semana me ha costado mucho ponerme a escribir... no sé si es por que se aproxima septiembre y con el mi "querida" primavera o qué... Creo que ya estoy empezando a sentir los estragos de esa luz, más brillante q en todo el resto del año... Les quedé debiendo la segunda parte de mi vida laboral, y como lo prometido es deuda, aquí va...
El último trabajo al que me referí en el capítulo anterior fue el que tuve en la Volvo... Antes de seguir con esta travesía, solo quiero hacer una aclaración, nunca dije que soy "pelolais", no tengo por donde serlo: no tengo el pelo rubio liso largo, no uso aritos de perla, no salí de un Colegio del Opus Dei ni de monjas y tampoco veraneo en Zapallar o Cachagua... Lo que hice en el relato de mis primeros trabajos fue autoexaltar mis "cualidades", recuerden que en oportunidades me creía lejos lo mejor que pisaba la faz de la tierra... eso es estar un poquito "eufórica"...
Ahora, sigamos. Luego del trabajo en la Volvo entré a estudiar derecho en una Universidad fuera de la capital. Aquí fue donde recuerdo haber vivido mi primer cuadro de hipomanía o manía que finalmente desembocó en una profunda depresión al 3º año. Durante esos 3 años no trabajé, me estrujé estudiando en esa odiosa universidad y carreteando con mis amigos de la zona. El 2001, último año que estudié ahí conocí a mi futuro ex marido. Cuando no pude tomar un cuaderno para estudiar, llorar el día entero y bajar de peso por no comer, volví a casa con mis padres y comencé a estrechar lazos con la psiquiatría. Mi carrera no iba a quedar trunca, por eso comencé todo el papeleo para cambiarme a la mejor facultad de derecho del país (supongo que ya saben cual es, jaja). Era comienzos del 2002 y solo me quedaba esperar la respuesta a mi solicitud de traslado. Para no quedarme sin hacer nada, mi hermano abogado, Máximo, me ofreció trabajar con él. Obviamente que yo iba a ser la de los mandados, pero no importaba, me ganaría unos pesitos y aprendería sobre mi carrera en la práctica.
Uffff... recuerdo esos primeros meses, mi hermano recién empezaba a crecer con su estudio jurídico... Yo recorría cada uno de los tribunales de justicia diariamente, anotaba cada novedad que veía en los expedientes (amigos abogados y los que lo serán, les cuento que fue aquí donde tuve el agrado de conocer al "Sr. Estado Diario"). Inventé un sistema para mantener ordenado el sistema de avance de las causas. Una vez a la semana me tocaba ir a la Corte de Apelaciones, todo lo fui organizando meticulosamente... Todo habría resultado mejor si mi déficit atencional no descubierto no me hubiese jugado tantas malas pasadas. Conocí el centro de Santiago (Si, es verdad, no bajaba mucho de la Palza Italia, pero ¡no soy ni me las doy de pelolais!), me encantaba meterme a las galerias de tiendas que había en el camino de la oficina a los tribunales de las cuales solía salir con algo, no resistía la tentación (todavía me cuesta mucho). También sacaba bastante la vuelta para no llegar tan luego a la oficina. Mi escaso sueldo inicial lo hacía pedazos comprando en esas tienditas, sobretodo en ropa. En agosto de ese año aceptaron mi traslado a la Universidad que actualmente está esperando que dé mi examen de grado. Seguí trabajando igual, de alguna forma me las arreglaba para ir a clases, estudiar y trabajar.
Con el tiempo, el estudio jurídico fue creciendo al igual que yo fui subiendo en el "escalafón": de procuradora hasta llegar a directora de recursos humanos (me creía lo máximo, jajaj). Nos cambiamos a una hermosa oficina frente a los tribunales. Empezó a llegar más personal y con ellos amigos que hasta hoy conservo. Por ahí pasamos: Sebastián HP (el computín de la oficina, gordito gozador, hábil para los negocios, pillo, amistoso, bueno pa'l asado, el buen carrete y la buena vida), Vicente (abogado joven, casi un símil de alguien que trabaja en la bolsa, con un millón de proyectos enfocados a esta vida familiar tradicional: la entrega de anillo para la novia, la búsqueda de crédito hipotecario para la "modesta" vivienda, la elección de muebles para el nuevo hogaarrrsss, los preparativos de matrimonio, el matrimonio en si y la noticia de que sería papá por primera vez, en fin), la Tere (abogada, solo tengo una frase para ella: la eterna búsqueda de la felicidad -amiga, ya llegará, no te preocupes), Hugh (abogado, también gordito bonachón -no te enojes, si sé, has bajado 10 kilos- que le gusta hacer bien su pega y andar conociendo minas en cualquier parte, su ejemplo a seguir; el Big Boss: Máximo) y yo, todos en distintas épocas. Los primeros en juntarnos fuimos Sebastián HP, Vicente y yo (había más personal pero entre nosotros nos hicimos muy buenos amigos). Lo pasamos chancho los tres en esa época. Nos reíamos mucho (lo que hacía la jornada laboral más llevadera), almorzábamos juntos e incluso se nos unió mi amiga Dominga que trabajaba muy cerca de ahí y casi pasó a formar parte del staff de Tescar & Asoc. En algunas oportunidades nos juntabamos fuera de la pega y para los cumpleaños (los ridículos en algún momento de ociosidad nos pasamos a bautizar los "Upas Chalupas, somos pocos pero locos", jajaja, nombre super serio para 1 abogado, un proyecto de lo mismo, otro proyecto pero de ingeniero informático -hoy ya lo es- y una psicóloga laboral).
El año 2007 entró a trabajar mi amiga Tere pero no me topé con ella pues me reemplazó a mi cuando dejé un rato la pega en uno de mis intentos de estudio para el examen de grado. Apareció luego Hugh Hefner, amigo mio de la U quien un día me preguntó si mi hermano le podía dar trabajo. Él se encontraba trabajando con un abogado muy conocido y no sé por qué quería cambiarse. Me envió su CV, mi hermano lo vio, lo entrevistó y quedó trabajando ahí. Cuando volví de mi "período de estudio" ya mi amiga Tere no trabajaba ahí y me encontré con Hugh. Nos reunimos Sebastán HP, Vicente, Hugh y yo, ahhhh y mi amiga Fernanda que seguía estoica junto a nosotros. A fin de cuentas, se nos había unido uno al grupo inicial. A Hugh casi lo terminamos odiando, jajajaj, (te seguimos queriendo no te preocupes). Era muy patero con el jefe y el preferido del boss. Se quedaba trabajando hasta tarde, cuando nosotros estábamos acostumbrados a la "zapatilla de clavo". Al tiempo se fue diluyendo el grupo, Vicente se vendió al sistema y se fue a trabajar a otro lado, mi amiga Dominga voló a una mejor pega y quedamos Sebastán HP, Hugh y yo, que poco duré pues pronto vino la pataleta que puso fin a mi relación laboral.
Al volver fui nombrada Directora de Recursos Humanos y uno de mis hobbies era mandar "Memos" polémicos, como aquél en que le solicitaba a los hombres que utilizaban el mismo baño que yo, dejaran la tapa del "water" abajo... hasta el día de hoy lo recuerda Hugh (yo creo que porque el del problema con el WC era él, ja!). Bueno, no faltó la que me acusó porque se sintió tocada por otros temas planteados en mis memos. Me creía lo máximo, tenía hasta tarjetas de presentación que señalaban mi nuevo cargo y firmaba mis mails como directora. Pero al final lo que yo hacía, aparte de labores jurídicas, era resolver todas esas cosas domésticas que el "Grand Chief" no se preocupaba (pega de minas, obvio), él solo daba la plata para resolverlo, ja!
Fue una linda época... Pero de pega yo??? Uuuuy, empecé como avión, pero fue una curva porque en algún minuto empecé a decaer... Llegué a hacer lo mismo que hace un abogado: escritos, escrituras, contratos, etc. pero siempre bajo la atenta mirada y supervisión del "Gran Jefe". Me retaba a cada rato, casí día por medio era llamada a su oficina y en más de alguna oportunidad yo me descontrolaba de impotencia y gritaba, sin importarme el resto del personal y/o me ponía a llorar. Más de alguna vez, indignada me dirigía a mi escritorio ordenaba mis cositas del escritorio, las guardaba en una caja (casi con una plantita adentro, cual película gringa) y me iba ofuscada de la oficina, según yo, para no volver "nunca" más.... Al final siempre volvía, ya sea porque Máximo me llamaba o porque yo volvía con la cola entre las piernas, mordiéndome la lengua para no pelear porque necesitaba el trabajo. Esto sucedió desde un principio y lo que fue pasando con el curso del tiempo fue que cada vez fui menos indispensable... hasta que llegó el día en que por una de mis pataletas efectivamente me mandaron derechito para la casa sin vuelta.
Máximo era muy exigente conmigo, en materia práctica del derecho, soy hija del rigor. Me costó sudor y lágrimas trabajar con él. Desde chico ha sido un cerebrito y quizás inconscientemente el era mi modelo a seguir en términos profesionales pero me frustraba mucho ya que es imposible seguirle el ritmo. En todo caso, si bien recibía retos quizás me merecí más de alguno. Yo me aprovechaba de que "el jefe" era mi hermano mayor y sacaba la vuelta como quería. Los trabajos los terminaba haciendo a última hora (pero los sacaba y con buena argumentación jurídica cuando eran escritos de plazo), pero de pasadita por hacerlos a última hora y no quedaba tiempo para la revisión del master, me llevaba mi reto. Cometía errores tontos, todo por falta de concentración (menos mal ahora se que es parte de esto ser volada y dispersa). Por otro lado, debo confesar que pasaba horas calentando el asiento, metida en internet, ni siquiera estudiando... De verdad mi hermano me quiere mucho porque yo perdía muy fácil el foco y por ende el tiempo, no era mucho lo que hacía (aparte que Máximo no delega algo completamente) y los últimos años me pagaba bastante bien...
En cuanto a mi estado de ánimo, pasé por altos y bajos. Habían días que no era capaz de levantarme para ir a trabajar y sencillamente le mandaba un mail al "jefe" y no iba. Le proponía fórmulas para recuperar el día o sencillamente no me importaba que me descontaran el día no trabajado o que me despidieran, la pega no valía nada al lado de lo mal que me estaba sintiendo. No me levantaba en todo el día y me sentía muy floja, no sabía que era parte de esta enfermedad y menos mi entorno, para ellos yo era irresponsable. Otro claro ejemplo de esta odiosa emocionalidad surgía cuando Máximo me llamaba a su oficina para decirme algo serio. Me comenzaba a hablar e instantáneamente se me ponían los ojos brillantes, tenía que morderme los labios para no llorar. Yo no quería que eso pasara pero era como un reflejo condicionado (incluso hasta el día de hoy que dejó de ser mi jefe). Y se venían las palabras de rigor "No te pongas así, tienes los ojos brillantes, ¡que vas a hacer cuando hables con un juez!" Y pasaban 2 cosas o sin querer rodaban lágrimas por mis "mejillas" (me carga nombrar así a los cachetes de mi cara, ja!) o lograba revertir el papelón. Me daba mucha rabia conmigo misma por no poder contenerme, por no poder evitar que los ojos se me pusieran vidriosos...
Ese trabajo terminó a raíz de la última pataleta que tuve y que ya ni recuerdo. Máximo me dijo "¡Estás despedida!" y yo no hallé nada mejor que decirle "Pero me debes mi indemnización por años de servicio" (me falto decir "o si no te demando o te acuso a la Inspección del Trabajo", ja). Finalmente, sin chistar (solo en acordar el monto), me pagó mis años de servicio. Debo decirles que fui muy cara dura, obligué a MI HERMANO, a pagarme algo que no tenía porque exigirle y me pagó. El psiquiatra me dice que de seguro en ese momento estaba un "poquito" eufórica.
Hoy mi hermano no piensa volver a darme pega, dice que nuestra relación es mejor como hermanos que laboral. Pero da lo mismo, pues a pesar de mis "levantadas de ra...", el ha sido capaz de no sentir rencor hacia mi. Y lo peor ¿Saben? Hoy es él quien me paga todo el tratamiento: psiquiatra, medicamentos, exámenes, psicóloga, terapia grupal e incluso mis clases para preparar el grado. Esto equivale a poco más del sueldo que ganaba por medio día (monto significativo, al menos para mi). Todo esto... sin pedirme nada a cambio...
Trabajé ahí hasta mediados de marzo de 2009... de aquí se viene una experiencia subrrealista y bastante particular cuando me fui a vivir a Sucupira... todo en el siguiente capítulo...
Olvidé decir algo muy importante: Trabajar en Tescar & Asoc. guiados por "Don Máximo" ha sido la mejor escuela para aprender el derecho para todos los que hemos pasado por ahí....
Uffff... recuerdo esos primeros meses, mi hermano recién empezaba a crecer con su estudio jurídico... Yo recorría cada uno de los tribunales de justicia diariamente, anotaba cada novedad que veía en los expedientes (amigos abogados y los que lo serán, les cuento que fue aquí donde tuve el agrado de conocer al "Sr. Estado Diario"). Inventé un sistema para mantener ordenado el sistema de avance de las causas. Una vez a la semana me tocaba ir a la Corte de Apelaciones, todo lo fui organizando meticulosamente... Todo habría resultado mejor si mi déficit atencional no descubierto no me hubiese jugado tantas malas pasadas. Conocí el centro de Santiago (Si, es verdad, no bajaba mucho de la Palza Italia, pero ¡no soy ni me las doy de pelolais!), me encantaba meterme a las galerias de tiendas que había en el camino de la oficina a los tribunales de las cuales solía salir con algo, no resistía la tentación (todavía me cuesta mucho). También sacaba bastante la vuelta para no llegar tan luego a la oficina. Mi escaso sueldo inicial lo hacía pedazos comprando en esas tienditas, sobretodo en ropa. En agosto de ese año aceptaron mi traslado a la Universidad que actualmente está esperando que dé mi examen de grado. Seguí trabajando igual, de alguna forma me las arreglaba para ir a clases, estudiar y trabajar.
Con el tiempo, el estudio jurídico fue creciendo al igual que yo fui subiendo en el "escalafón": de procuradora hasta llegar a directora de recursos humanos (me creía lo máximo, jajaj). Nos cambiamos a una hermosa oficina frente a los tribunales. Empezó a llegar más personal y con ellos amigos que hasta hoy conservo. Por ahí pasamos: Sebastián HP (el computín de la oficina, gordito gozador, hábil para los negocios, pillo, amistoso, bueno pa'l asado, el buen carrete y la buena vida), Vicente (abogado joven, casi un símil de alguien que trabaja en la bolsa, con un millón de proyectos enfocados a esta vida familiar tradicional: la entrega de anillo para la novia, la búsqueda de crédito hipotecario para la "modesta" vivienda, la elección de muebles para el nuevo hogaarrrsss, los preparativos de matrimonio, el matrimonio en si y la noticia de que sería papá por primera vez, en fin), la Tere (abogada, solo tengo una frase para ella: la eterna búsqueda de la felicidad -amiga, ya llegará, no te preocupes), Hugh (abogado, también gordito bonachón -no te enojes, si sé, has bajado 10 kilos- que le gusta hacer bien su pega y andar conociendo minas en cualquier parte, su ejemplo a seguir; el Big Boss: Máximo) y yo, todos en distintas épocas. Los primeros en juntarnos fuimos Sebastián HP, Vicente y yo (había más personal pero entre nosotros nos hicimos muy buenos amigos). Lo pasamos chancho los tres en esa época. Nos reíamos mucho (lo que hacía la jornada laboral más llevadera), almorzábamos juntos e incluso se nos unió mi amiga Dominga que trabajaba muy cerca de ahí y casi pasó a formar parte del staff de Tescar & Asoc. En algunas oportunidades nos juntabamos fuera de la pega y para los cumpleaños (los ridículos en algún momento de ociosidad nos pasamos a bautizar los "Upas Chalupas, somos pocos pero locos", jajaja, nombre super serio para 1 abogado, un proyecto de lo mismo, otro proyecto pero de ingeniero informático -hoy ya lo es- y una psicóloga laboral).
El año 2007 entró a trabajar mi amiga Tere pero no me topé con ella pues me reemplazó a mi cuando dejé un rato la pega en uno de mis intentos de estudio para el examen de grado. Apareció luego Hugh Hefner, amigo mio de la U quien un día me preguntó si mi hermano le podía dar trabajo. Él se encontraba trabajando con un abogado muy conocido y no sé por qué quería cambiarse. Me envió su CV, mi hermano lo vio, lo entrevistó y quedó trabajando ahí. Cuando volví de mi "período de estudio" ya mi amiga Tere no trabajaba ahí y me encontré con Hugh. Nos reunimos Sebastán HP, Vicente, Hugh y yo, ahhhh y mi amiga Fernanda que seguía estoica junto a nosotros. A fin de cuentas, se nos había unido uno al grupo inicial. A Hugh casi lo terminamos odiando, jajajaj, (te seguimos queriendo no te preocupes). Era muy patero con el jefe y el preferido del boss. Se quedaba trabajando hasta tarde, cuando nosotros estábamos acostumbrados a la "zapatilla de clavo". Al tiempo se fue diluyendo el grupo, Vicente se vendió al sistema y se fue a trabajar a otro lado, mi amiga Dominga voló a una mejor pega y quedamos Sebastán HP, Hugh y yo, que poco duré pues pronto vino la pataleta que puso fin a mi relación laboral.
Al volver fui nombrada Directora de Recursos Humanos y uno de mis hobbies era mandar "Memos" polémicos, como aquél en que le solicitaba a los hombres que utilizaban el mismo baño que yo, dejaran la tapa del "water" abajo... hasta el día de hoy lo recuerda Hugh (yo creo que porque el del problema con el WC era él, ja!). Bueno, no faltó la que me acusó porque se sintió tocada por otros temas planteados en mis memos. Me creía lo máximo, tenía hasta tarjetas de presentación que señalaban mi nuevo cargo y firmaba mis mails como directora. Pero al final lo que yo hacía, aparte de labores jurídicas, era resolver todas esas cosas domésticas que el "Grand Chief" no se preocupaba (pega de minas, obvio), él solo daba la plata para resolverlo, ja!
Fue una linda época... Pero de pega yo??? Uuuuy, empecé como avión, pero fue una curva porque en algún minuto empecé a decaer... Llegué a hacer lo mismo que hace un abogado: escritos, escrituras, contratos, etc. pero siempre bajo la atenta mirada y supervisión del "Gran Jefe". Me retaba a cada rato, casí día por medio era llamada a su oficina y en más de alguna oportunidad yo me descontrolaba de impotencia y gritaba, sin importarme el resto del personal y/o me ponía a llorar. Más de alguna vez, indignada me dirigía a mi escritorio ordenaba mis cositas del escritorio, las guardaba en una caja (casi con una plantita adentro, cual película gringa) y me iba ofuscada de la oficina, según yo, para no volver "nunca" más.... Al final siempre volvía, ya sea porque Máximo me llamaba o porque yo volvía con la cola entre las piernas, mordiéndome la lengua para no pelear porque necesitaba el trabajo. Esto sucedió desde un principio y lo que fue pasando con el curso del tiempo fue que cada vez fui menos indispensable... hasta que llegó el día en que por una de mis pataletas efectivamente me mandaron derechito para la casa sin vuelta.
Máximo era muy exigente conmigo, en materia práctica del derecho, soy hija del rigor. Me costó sudor y lágrimas trabajar con él. Desde chico ha sido un cerebrito y quizás inconscientemente el era mi modelo a seguir en términos profesionales pero me frustraba mucho ya que es imposible seguirle el ritmo. En todo caso, si bien recibía retos quizás me merecí más de alguno. Yo me aprovechaba de que "el jefe" era mi hermano mayor y sacaba la vuelta como quería. Los trabajos los terminaba haciendo a última hora (pero los sacaba y con buena argumentación jurídica cuando eran escritos de plazo), pero de pasadita por hacerlos a última hora y no quedaba tiempo para la revisión del master, me llevaba mi reto. Cometía errores tontos, todo por falta de concentración (menos mal ahora se que es parte de esto ser volada y dispersa). Por otro lado, debo confesar que pasaba horas calentando el asiento, metida en internet, ni siquiera estudiando... De verdad mi hermano me quiere mucho porque yo perdía muy fácil el foco y por ende el tiempo, no era mucho lo que hacía (aparte que Máximo no delega algo completamente) y los últimos años me pagaba bastante bien...
En cuanto a mi estado de ánimo, pasé por altos y bajos. Habían días que no era capaz de levantarme para ir a trabajar y sencillamente le mandaba un mail al "jefe" y no iba. Le proponía fórmulas para recuperar el día o sencillamente no me importaba que me descontaran el día no trabajado o que me despidieran, la pega no valía nada al lado de lo mal que me estaba sintiendo. No me levantaba en todo el día y me sentía muy floja, no sabía que era parte de esta enfermedad y menos mi entorno, para ellos yo era irresponsable. Otro claro ejemplo de esta odiosa emocionalidad surgía cuando Máximo me llamaba a su oficina para decirme algo serio. Me comenzaba a hablar e instantáneamente se me ponían los ojos brillantes, tenía que morderme los labios para no llorar. Yo no quería que eso pasara pero era como un reflejo condicionado (incluso hasta el día de hoy que dejó de ser mi jefe). Y se venían las palabras de rigor "No te pongas así, tienes los ojos brillantes, ¡que vas a hacer cuando hables con un juez!" Y pasaban 2 cosas o sin querer rodaban lágrimas por mis "mejillas" (me carga nombrar así a los cachetes de mi cara, ja!) o lograba revertir el papelón. Me daba mucha rabia conmigo misma por no poder contenerme, por no poder evitar que los ojos se me pusieran vidriosos...
Ese trabajo terminó a raíz de la última pataleta que tuve y que ya ni recuerdo. Máximo me dijo "¡Estás despedida!" y yo no hallé nada mejor que decirle "Pero me debes mi indemnización por años de servicio" (me falto decir "o si no te demando o te acuso a la Inspección del Trabajo", ja). Finalmente, sin chistar (solo en acordar el monto), me pagó mis años de servicio. Debo decirles que fui muy cara dura, obligué a MI HERMANO, a pagarme algo que no tenía porque exigirle y me pagó. El psiquiatra me dice que de seguro en ese momento estaba un "poquito" eufórica.
Hoy mi hermano no piensa volver a darme pega, dice que nuestra relación es mejor como hermanos que laboral. Pero da lo mismo, pues a pesar de mis "levantadas de ra...", el ha sido capaz de no sentir rencor hacia mi. Y lo peor ¿Saben? Hoy es él quien me paga todo el tratamiento: psiquiatra, medicamentos, exámenes, psicóloga, terapia grupal e incluso mis clases para preparar el grado. Esto equivale a poco más del sueldo que ganaba por medio día (monto significativo, al menos para mi). Todo esto... sin pedirme nada a cambio...
Trabajé ahí hasta mediados de marzo de 2009... de aquí se viene una experiencia subrrealista y bastante particular cuando me fui a vivir a Sucupira... todo en el siguiente capítulo...
Olvidé decir algo muy importante: Trabajar en Tescar & Asoc. guiados por "Don Máximo" ha sido la mejor escuela para aprender el derecho para todos los que hemos pasado por ahí....
Este capítulo, muy bien escrito por cierto, me ha permitido conocer mucho más de ti, de tus avatares, de tus pequeñas y grandes tragedias y al mismo tiempo tener un acercamiento al Rendez vous de tus fantasmas.
ResponderEliminarUn beso, una flor y alguna vez una copa de vino
Te quiere
Cefe
Sabía que eras tú!!! Si ésta soy yo y también irás viendo como más que ser algo negativo haber sabido que era bipolar a mi se me abrió un mundo pues ahora entiendo mis conductas... como dice una amiga: Este trastorno afectivo del ánimo no define quien soy, solo define como actúo...
ResponderEliminaray! a mí me pasó lo mismo, pienso mucho en mis maneras de actuar y cómo logré entenderlas gracias a la detección del "trastorno" y con este blog aprendí que nos dominan las emociones por eso, hasta el día de hoy, cuando necesito llorar, no lo puedo controlar y me carga! pero cada vez me pasa menos, bueno, el lunes pasado tuve una crisis de angustia terrible, lloré tanto que sentí que es necesario, al otro día amanecí como tuna, siento que me saqué una mochila.
ResponderEliminarYa es muy tarde pero como soy obsesiva jaja, voy a seguir leyendo.
Crespa