IMPORTANTE

El primer capítulo es "El Diagnóstico", léanlo en orden (junio 2011 en adelante), será más fluido y entretenido para Uds. Que lo disfruten!!
Espero sus comentarios en cada entrada a este blog y trataré siempre de contestarles, apenas los lea lo haré, así que estén atentos... Cualquier consulta o lo que quieran decirme también pueden enviarme un mail a: doblepolaridad@gmail.com, síganme en Twitter: @DoblePolaridad, envía una solicitud de amistad a "Doble Polaridad" en Facebook (http://facebook.com/doblepolaridad), pongan "me gusta" a mi página en facebook: DoblePolaridad o síganme en Instagram @doblepolaridad.

martes, 27 de diciembre de 2011

Capítulo 19. El día que quise borrarme de la faz de la tierra... (desclasificando material de mi vida)

La verdad es que la entrada anterior ("Quiero dejar de sentir...") estuvo bien tétrica, lo asumo... Para que vean lo mal que uno puede llegar a sentirse cuando los químicos en tu cerebro te juegan una mala pasada. Ahí hay que tener mucho cuidado porque la razón no existe y puedes llegar a cometer actos de los que después te puedes arrepentir, si es que no es demasiado tarde... Yo le temo mucho a esos estados. He estado tantas veces ahí y debo confesarles que  una vez toqué fondo... fue el motivo que me hizo volver de Sucupira y hoy quiero compartirlo con Uds.. 

Cuando escribí el primer capítulo de este blog ("El diagnóstico"), les mencioné que había hecho algo que jamás había hecho en un estado depresivo. Estaba sola en mi casa sucupirense, absolutamente sola... la vida venía negra desde hacía ratito y un hecho puntual terminó por destruirme, como si ya en el suelo, sin posibilidad de defenderme, me hubiesen pegado la mejor de las patadas en mis costillas. Ese hecho puntual, me lo guardaré, me lo llevaré a la tumba si puedo pues si lo cuento muchos creerán que ese fue el motivo de mi mala decisión, pero no fue ese, fue un cúmulo de cosas desordenadas en mi cabeza. 

¡¡UD. NO LO HAGA!!
No sé por qué estoy contándoles este suceso, pero creo que es bueno que sepan la intensidad con que uno sufre cuando se padece de esta enfermedad... Lo que te pasa principalmente es que te nublas, no ves nada bueno y como no ves salida se te ocurren las cosas más inverosímiles que hacer contigo misma. A mi la que más se me repite es la de desaparecer de la faz de la tierra. ¿¿A través de que medio?? Las pastillas. Dirán que es peligroso que las maneje yo pues cualquier día cometo una estupidez, pero ahí está mi fortaleza... tener a la mano mi arma suicida y no utilizarla. Esa vez que toqué fondo llevé a cabo esa fantasía, me tomé una cantidad importante de pastillas. Quería que me hicieran efecto en el instante pero no lo lograba. Empecé con una, luego con otra y otra (una para dormir y 2 de la más alta dosis de ansiolítico que me permiten tomar en caso de necesitarlo... cuando me tome la primera dosis, "otra dosis igual no me hará mal..."). Luego al minuto siguiente me vi tomando otra, otra, otra, otra, otra y otra... llamando entre medio a alguien que me ayudara. Nadie me contestaba, eran la 1 de la madrugada y solo fue a la novena pastilla (octava del ansiolítico) que alguien me contestó... mi tía Marie. Las pastillas todavía no me hacían efecto, estaba lúcida completamente. Ella de inmediato llamó a su hijo Lucas, mi primo, para que fuera a mi llamado desesperado de ayuda, de SOS... fue mi salvación... Llegó a mi casa en su camioneta a buscarme y yo cual superwoman en vez de subirme a ella e irme con él al volante, me subí a mi auto y manejé hasta la casa de mi tía. Qué irresponsabilidad... No me pregunten como cresta llegué allá, si bien la distancia era corta, me había tomado una cantidad suficiente de ansiolíticos capaz de echar a dormir a un elefante al instante. De ahí en adelante la película la tengo cortada. Llamaron al Doc del pueblo, el Trolo, que resulta ser algo así como sobrino mío, y él dijo que no era necesario llevarme al hospital del pueblo más cercano, Chiriwest. Me llevaron al policlínico a tomarme la presión, la cual estaba muy baja. Me di varias vueltas por la casa, como si nada... Me embutían leche para aminorar los efectos de las pastillas y no intoxicarme... Pobre tía Marie por lo que la hice pasar... su sobrina regalona se había convertido en suicida!!! 

Estaba completamente desestabilizada, tanto así que las pastillas lo único que hicieron fue hacerme dormir durante casi un día completo, nada más. Cuando caí en cuenta de lo que había hecho me asusté. Ese querer borrarme me había llevado al borde de la muerte porque si mi tía Marie no me hubiese contestado, yo hubiese seguido tomándome una pastilla tras otra hasta morir o hasta que alguien hubiese recurrido en mi auxilio. Pero conscientemente no lo había hecho con el afán suicida, onda "ME QUIERO MORIR", lo había hecho porque no quería existir, quería no estar, desaparecer, actos que si bien son parecidos a morir, no tienen el carácter de eterno que tiene la muerte. El problema es que para lograr alguno de esos estados la única posibilidad que se tiene en mente es dejar de vivir. Dificil división, verdad??? Mi cabecita loca estaba pidiendo ayuda a gritos y lo hizo de una forma bastante destructiva.

Dirán que si uno quiere morir lo hace sola y sin avisar... así es, pero yo avisé porque todavía estaba aleteando un "yo sano" dentro mío. No lo hice por llamar la atención como muchos creen que sucede cuando alguien intenta algo así. Yo estaba muy enferma y por eso lo hice, independiente de que haya pedido ayuda o no. No veía salida a lo que estaba viviendo. Escapar me era imposible. Quería acallar mi cabeza, mis pensamientos, mis sentimientos, mis autoreproches, mi torbellino interno y esa era la única forma de hacerlo... Sí, borrándome por un buen rato, el problema es que ese buen rato pudo haber sido una eternidad tal como me lo dijeron mis médicos y terapeutas después. Afortunadamente, de ese hecho no se produjeron consecuencias. Me borré todo un día... el 30 de marzo del 2011 no existió en mi calendario... Creo que mi tía casi no durmió por estar atenta a si respiraba o si mi corazón latía. ¡¡Grande tía!! Por eso y muchas cosas más te adoro. Me salvaste la vida una vez más, tal como lo haces cada vez que recurro a ti para pedir ayuda por las cosas que pasa  en mi cabeza, más aún, cuando ciertas situaciones de la vida me afectan de manera sobrehumana...

Es muy difícil tomar consciencia de que lo que uno hizo no está bien, sobretodo, cuando no existieron secuelas y jamás te sentiste físicamente mal. La dosis que ingerí fue de 16mg de ese ansiolítico y el máximo que se me permite en una dosis extrema es de 2mg diario en ese entonces. Tuve mucho miedo de manejar el medicamento por mi misma por bastante tiempo. Mientras seguí en Sucupira luego del suceso, fue mi tía Marie la que me los administraba, ella me los daba cuando se los pedía. Dieciocho días pasaron luego de lo sucedido para que yo volviera a la capital a ver un médico. Me costó. Mientras hice cosas que rayaban en mi locura como vestirme de morado y hablar horas por celular con mi amigo brujito (las ansias por saber mi futuro me obsesionaban), el problema fue cuando cuando entré en razón y lo dejé botado sin motivo alguno. Hasta el día de hoy se cuestiona que fue lo que hizo para yo no querer saber nada más de él. Lamentablemente son reacciones que uno tiene cuando vive demasiado intensamente la vida por momentos. Todo lo que rodea ese estado de ánimo, luego, cuando estás más estabilizada, te choca. Lo asocias con una emoción muy fuerte que no es la más linda de evocar y dejas todo eso que te recuerda a ese momento de lado, sin importar si haces sufrir a alguien. Menos mal que varios se salvaron, como mi tía Marie, que al no ser ella parte de mis vivencias locas, solo era mi apoyo, no la logré relacionar con esas sensaciones fuertes que tengo grabadas en mi.

Hoy miro hacia atrás y sigo asustándome por lo que hice pero lo bueno es que ahora ya tengo conocimiento acerca de qué fue lo que me llevó a actuar así... Mi trastorno bipolar... Fue esta condición la que tenía desordenados mis neuroquímicos y me llevó a hacer locuras extremas. Fue esta enfermedad de mierda la que me cegó y me llevó a actuar para dejar de existir. Si bien cuando estoy mal, mi fantasía suicida sigue siendo tomarme un frasco de pastillas para borrarme (las otras alternativas las encuentro macabras y requieren mucho trabajo), ahora, son menos las veces que me siento así, los episodios son más cortos y mi "yo sano" de alguna forma reacciona más rápidamente y me hace entrar en razón antes para no cometer nada extremo. Sé que es la forma más fácil de escapar, pero cuando no tienes nada que te retenga en este mundo la ideación se potencia y se hace más fuerte... Por eso plasmé la última vez, en la entrada anterior, lo que estaba sintiendo en ese estado de negrura... quería que Uds. aprendieran a ver que lo que nos pasa no son meros caprichos, son estados intensos y rebeldes como dice el título de este blog. Cuando una persona con nuestra enfermedad o en un estado de depresión profunda da indicios de este tipo de sentimientos, créanles, de verdad lo están sintiendo y con una intensidad que ni se lo imaginan...

Anexo 19 febrero 2018
Hay una canción que cuando escribí esta entrada no existía... el otro día analizando su letra, hay una estrofa que grafica muy bien ese momento en que quise borrarme, la canción se llama "Tu falta de querer", es de la chilena Mon Laferte y trata de un amor que se termina... la estrofa dice así:
"Ahora dormiré
Muy profundamente para olvidar
Quisiera hasta la muerte para no pensar
Me borro pa´quitarme esta amargura"
Eso es exactamente lo que quise hacer cuando me tomé toda esa cantidad de clonazepam, sin perjuicio que en mi mente no estaba morirme.

1 comentario:

  1. Te entiendo completamente. Tuvo dos intentos de suicidio y el ultimo fue terrible con 5 dias en coma y un derrama pleural. Es dificil esta enfermedad. Pero bueno sigo adelante porque en la ultima internacion el amor de la gente que me rodea me hizo ver que si desaparecia de este mundo mucha gente iba a sufrir...Besos ..!!!

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